Primera parte: El sufrimiento y la muerte para el enfermo y el profesional de la salud

 

El dolor y el sufrimiento

El dolor se puede definir como una vivencia identificable, tangible. Es un fenómeno concreto que está presente de manera real para quien lo padece. Cada uno de nosotros aprende el significado de la palabra “dolor” a través de la experiencia personal, originado por diferentes causas. El dolor es un aprendizaje personal, una sensación, que evoca una emoción, que es molesto y desagradable.

El dolor también es un síntoma que acompaña a muchas enfermedades aunque existen dolores sin enfermedad demostrable. Para la Sociedad Internacional dedicada a su estudio, es “una experiencia desagradable, sensorial y emocional, asociada a una lesión real o potencial, que se describe como daño”. En la mayoría de los casos la anamnesis y el examen físico orientan de manera precisa hacia la enfermedad causal o nos seleccionan, entre muchas posibles, las hipótesis diagnósticas relevantes o más probables. Su análisis es enseñado tempranamente en la carrera de medicina. Contamos con fármacos o procedimientos para calmarlo o paliarlo.

Mientras que el sufrimiento se ubica y se alimenta en un tiempo y espacio distintos al momento presente. Generalmente sufrimos por lo ya ocurrido o por lo que creemos que ocurrirá en un futuro, también se sufre por la manera en que la vida es interpretada por cada quien, distorsionando muchas veces la realidad. En este caso, el sufrimiento siempre es alimentado por los pensamientos y emociones, es, a diferencia del dolor, subjetivo.

El sufrimiento, con o sin dolor físico, es una sensación más difusa, pues radica en el alma e impregna a la totalidad del sujeto. Se instala en las entrañas, en el ánimo y en la voluntad. Afecta, incluso, a quienes rodean al sufriente (sufrimos al ver sufrir). 

Es de gran importancia conocer estos conceptos ya que es muy común que se lleguen a confundir y que se piense que es lo mismo, sin embargo el dolor y sufrimiento juegan un papel muy importante al momento de tratar a una persona con alguna enfermedad.

Los médicos conocen los procesos mórbidos que causan dolor. Pero si nos referimos al “otro dolor”, al vivenciado por el sujeto como sufrimiento o aflicción del ánimo, las opiniones de los filósofos e investigadores del alma nos instruyen acerca de su origen y naturaleza, así como también sobre su sentido y misterio. La vida, el goce, el dolor y el sufrimiento, el nacimiento y la muerte, todo el viaje que realizamos sobre la Tierra están llenos de misterio, ese “pudor de la verdad”, al decir de Antonin Artaud. 🔍

Un dato interesante es que el dolor es una experiencia biológica universal pero no tiene la misma carga sensorial y emotiva en las distintas personas y civilizaciones, ni ha sido concebido de la misma forma a lo largo de la historia. Podemos decir que el dolor, más allá de los modelos estereotipados de la neurofisiología, es un “producto” cultural: lo modulan, lo sobreimprimen diversos factores sociales, religiosos, culturales… y de esa forma se nos presenta como cambiante, variable, diverso.

El dolor y el sufrimiento se presentan de manera distinta en cada persona, es por ello que debido a las experiencias personales uno puede ir reconociendo lo que le causa dolor y el sufrimiento, en la mayoria de las ocasiones estos van de mano. 🔍




La ansiedad

La ansiedad, en ocasiones, es parte normal de la vida. Todos nos preocupamos por cosas como los problemas de salud, dinero o los problemas familiares. Sin embargo, las personas con trastorno de ansiedad generalizada se preocupan extremadamente o se sienten muy nerviosas por éstas y muchas otras cosas, incluso cuando hay poca o ninguna razón para preocuparse. No les es fácil a las personas con el trastorno de ansiedad generalizada controlar su ansiedad y mantenerse concentradas en las actividades diarias.

Algunos ejemplos del trastorno de ansiedad son: trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de ansiedad social (fobia social), fobias específicas y trastorno de ansiedad por separación. Se puede tener más de un trastorno de ansiedad. A veces, la ansiedad surge de una enfermedad que requiere tratamiento.

La ansiedad que suele ser más una patologia puede controlarse con medicamentos y modificando ciertos estilos de vida.

A veces el trastorno de ansiedad generalizada es hereditario, pero nadie sabe con seguridad por qué algunas personas lo tienen y otras no. Los investigadores han descubierto que hay varias partes del cerebro, así como procesos biológicos, que desempeñan un papel clave en el miedo y la ansiedad. 🔍

El trastorno de ansiedad generalizada se desarrolla lentamente, y suele comenzar durante la adolescencia o la adultez temprana. Algunos indicadores de ansiedad pueden ser:

  • Preocuparse demasiado por las cosas cotidianas
  • Tener problemas para controlar sus preocupaciones o sentimientos de nerviosismo
  • Ser conscientes de que se preocupan mucho más de lo que deberían
  • Sentirse inquietas o tener dificultad para relajarse
  • Tener problemas para concentrarse
  • Sorprenderse fácilmente
  • Tener problemas para dormir o para permanecer dormidas
  • Sentirse cansadas todo el tiempo
  • Tener dolores de cabeza, musculares o del estómago o molestias inexplicables
  • Tener dificultad para tragar
  • Tener temblores o tics (movimientos nerviosos)
  • Sentirse irritables o nerviosas
  • Sudar mucho, sentirse mareadas o que les falta el aire
  • Necesitar ir al baño a menudo
Hay maneras de reducir el riesgo de trastornos de ansiedad. Recuerda que los sentimientos de ansiedad son un factor natural de la vida cotidiana, y experimentarlos no siempre indica la presencia de un trastorno de salud mental.

Toma las siguientes medidas para ayudar a moderar las emociones de ansiedad:
  • Reduce el consumo de cafeína, té, refresco de cola y chocolate.
  • Antes de usar remedios de venta libre (OTC, en inglés) o herbales, consulta con tu médico o farmacéutico para saber si contienen alguna sustancia química que pueda empeorar los síntomas de ansiedad.
  • Sigue una dieta sana.
  • Mantén un patrón de sueño regular.
  • Evita el alcohol, el cannabis y otras drogas recreativas.

La depresión

Es normal que todas las personas se sientan tristes o decaídas de vez en cuando, pero estos sentimientos suelen desaparecer en poco tiempo. La depresión, también llamada “depresión clínica” o “trastorno depresivo mayor” es diferente. La depresión puede causar síntomas graves que afectan cómo se siente, piensa y coordina actividades diarias como dormir, comer o trabajar. Es una enfermedad que puede afectar a cualquier persona, sin importar la edad, la raza, los ingresos, la cultura o el nivel educativo. 🔍

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la depresión como trastorno mental común y que se estima que en todo el mundo el 5% de los adultos padecen depresión, esta suele ser la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad; esta afecta más a la mujer que al hombre y es de gran importancia puede conducir al suicidio, pero a pesar de que es más frecuente en mujeres, los hombres son los más propensos a llevar a cabo un suicidio.

La depresión puede ocurrir conjuntamente con otros trastornos mentales y otras enfermedades como diabetes, cáncer, enfermedad cardíaca y dolor crónico. La depresión puede empeorar estos problemas de salud y viceversa. Algunas veces, los medicamentos que se toman para estas enfermedades ocasionan efectos secundarios que contribuyen a los síntomas de la depresión.

La OMS clasifica a la depresión en tres tipos:

  • La depresión mayor: tiene un origen más biológico o endógeno, con un mayor componente genético y menor influencia de factores externos. 
  • Depresión reactiva: causada por una mala adaptación a circunstancias ambientales estresantes.
  • Neurosis depresiva: que se caracteriza por un cuadro depresivo de intensidad menor a los anteriores, de evolución crónica (más de dos años), sin periodos asintomáticos y con sentimientos de incapacidad y somatizaciones. 

Sin embargo también existe una clasificación respecto a su frecuencia que consiste en una división de dos tipos de depresión:

  • Depresión mayor, que implica síntomas de depresión la mayoría del tiempo durante por lo menos dos semanas. Estos síntomas interfieren con la capacidad para trabajar, dormir, estudiar y comer.
  • Trastorno depresivo persistente (distimia), que a menudo incluye síntomas de depresión menos graves que duran mucho más tiempo, generalmente por lo menos durante 2 años.

Pero también puede haber otras clasificaciones como:

  • Depresión perinatal, que ocurre cuando una mujer sufre de depresión mayor durante el embarazo o después del parto (depresión posparto).
  • Trastorno afectivo estacional, que aparece y desaparece con las estaciones del año, y por lo general empieza a finales del otoño o principios del invierno y desaparece en la primavera y el verano.
  • Depresión con síntomas de psicosis, que es una forma grave de depresión en la que una persona también muestra síntomas de psicosis, como tener creencias falsas fijas y perturbadoras (delirios) o escuchar o ver cosas que otros no pueden oír o ver (alucinaciones).

Está demostrado que los programas de prevención reducen la depresión. Entre las estrategias comunitarias eficaces para prevenirla se encuentran los programas escolares para promover un modelo de afrontamiento positivo entre los niños y los adolescentes. Las intervenciones dirigidas a los padres de niños con problemas de conducta pueden reducir los síntomas depresivos de los padres y mejorar los resultados de sus hijos. Los programas de ejercicio para las personas mayores también pueden ser eficaces para prevenir la depresión. 

No obstante prevenir la depresión no siempre se logra por ello es que es importante reconocer algunos signos y sintomas más frecuentes de la depresión como lo son:

  • Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad o “vacío”
  • Sentimientos de desesperanza o pesimismo
  • Sentimientos de irritabilidad, frustración o intranquilidad
  • Sentimientos de culpabilidad, inutilidad o impotencia
  • Pérdida de interés o placer en las actividades y los pasatiempos
  • Fatiga, disminución de energía o sensación de que está más lento
  • Dificultad para concentrarse, recordar o tomar decisiones
  • Dificultad para dormir, despertarse temprano en la mañana o dormir demasiado
  • Cambios en el apetito o en el peso sin haberlos planificado
  • Dolores y molestias, dolor de cabeza, calambres o problemas digestivos sin una causa física aparente, o que no se alivian ni con tratamiento
  • Intentos de suicidio o pensamientos sobre la muerte o el suicidio

Y para diagnosticarle depresión a una persona, esta debe presentar cinco síntomas de la enfermedad todos los días, casi todo el día, por lo menos durante dos semanas. Uno de los síntomas debe ser un estado de ánimo depresivo o la pérdida de interés o placer en casi todas las actividades. Es importante consultar a un profesional para que establezca un diagnostico certero y pueda darle tratamiento  como los antidepresivos.


-Perspectiva personal-

Es importante distinguir entre el dolor y el sufrimiento ya que esto es importante al momento del diagnostico de enfermedades, de igual manera no se debe restar importancia a enfermedades como la depresión y la ansiedad que si bien en muchas ocasiones todas las personas podemos tener síntomas de estos padecimientos en ocasiones esto es lo que se le reste importancia y por ende no sea atendida estas patologías.

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